LA LENGUA: UN INSTRUMENTO PARA BENDECIR, Y PARA MALDECIR

(El Poder de las palabras II)
¡Pero Dios te quiere dar una lengua benigna! Santiago advierte en el versículo 6 del capítulo 3: 6Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”.
No nos dice que inflama la rueda de la tierra sino la de la creación; la lengua moviliza a los poderes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por eso, los brujos, los hechiceros hacen invocaciones y por medio de esos conjuros les ordenan a los demonios a actuar contra otras personas. Los demonios están esperando ese momento, están motivando e inflamando la lengua de esos hechiceros así ellos hacen esos conjuros, entonces los demonios pueden actuar. ¡Dios le ha dado al hombre la autoridad y todavía Él respeta las decisiones de los hombres! Por supuesto que Dios respeta mucho más la oración de un creyente. ¡Qué buena que es la lengua cuando se ora! Una mujer quiere hacer un trabajo de hechicería y le paga a un brujo para que le mande demonios a un hombre para que se corte la relación con su esposa. La esposa es creyente, ora y ayuna y se produce una guerra en el mundo espiritual.

Nos visitó un predicador, quien nos contó que una mujer le pagó para que le hiciera un trabajo así poder quedarse con el esposo de otra mujer. Éste era satanista y lo hizo, pero al tiempo vuelve la mujer diciendo que aun no se ha podido casar con ese hombre. El brujo le dijo que no podía ser porque había hecho un buen trabajo, entonces formó un pentagrama, una estrella de cinco puntas que es la que utilizan los satanistas para invocar a satanás, se metió en el medio y lo invocó; como este brujo había hecho un pacto con él, de que haría lo que pidiera, le demandaba también, que le concediera todo lo que quería. Entonces se le presentó satanás y le preguntó por qué la mujer con un trabajo simple de hechicería no había podido quitarle el marido a la otra. ¡El mismo diablo le dijo que a ese hombre no lo podía tocar! Entonces el brujo se enojó porque había hecho todo lo que Satanás le había pedido, y éste le negaba una cosa tan simple con esa. Dice que en una oportunidad satanás le dijo: “O tu hijo o tú, así que tienes que matar a tu hijo”. Él fue y mató al hijo de un balazo con tal de que satanás le diera todo lo que pedía y ahora, ¡un simple trabajo de hechicería no funcionaba! Enojado el brujo le preguntó: “¿Cómo que no lo puedo tocar? ¿Qué es lo que pasa que no lo puedo hacer? ¿Acaso hay alguien más poderoso que tú? Satanás no le respondió... “¿Es que hay alguien por encima de ti? Si es así, te voy a dejar”. Satanás lo amenazó con matarlo, pero a él no le importaba, estaba dispuesto a dejarlo. Insistió en preguntarle por qué no le podía sacar el esposo a la mujer, a lo que satanás le respondió que la mujer casada con el hombre, era cristiana, entonces oraba y ayunaba por el marido, por lo tanto no lo podían tocar.
 
Es verdad que en determinados niveles, los que invocan pueden hacer bajar demonios y darles órdenes y a ellos les encanta que se les dé ese tipo de órdenes porque las promueven.
Así que, cuando la Biblia dice que la lengua inflama la rueda de la creación no se trata de poca cosa, significa: la lengua mete en actividad los poderes espirituales de maldad.
¿Por qué se arma una guerra mundial? ¿Por qué Dios la manda? Hay hombres que planifican, hablan, y provocan la guerra; y demonios provocan que esos hombres hagan la guerra. A veces es por una frase que alguien dijo. La lengua contamina la rueda de la creación, es un fuego inflamado desde el mismísimo infierno.
¿Qué tipo de lengua tienes tú? ¿Tienes lengua bífida como las de las víboras? Santiago 3:7 y 8 dice: 7Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; 8pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal”.
No hay nadie que pueda decir: yo le pongo límites a mi lengua. ¡El único que puede ponerle límites a la lengua es el Espíritu Santo, cuando el creyente se rinde a sus pies! De la única manera que una persona puede poderle límites a su lengua es que venga sobre ella el Espíritu Santo, porque cuando Él la llena también le da ganas de hablar, pero otro tipo de cosas; hay otra intensión, el espíritu que se mueve es diferente y los resultados son distintos. Un creyente puede hablarle a un espíritu de muerte y ordenarle que se vaya, y lo que dice el creyente sucede porque tiene el aval, tiene la unción y el poder del Espíritu Santo. ¡Podemos ordenarle a las enfermedades que salgan y éstas salen! Las palabras del creyente ungido, consagrado, fluyen en el poder, en la autoridad, en la unción del Espíritu de Dios. ¡Para eso tienes tu lengua! 

Cuando un creyente habla, tienen que suceder cosas sobrenaturales porque ya no es palabra de hombre lo que sale por su boca sino palabra de Dios; por eso, un creyente puede levantar muertos y puede decirle a un paralítico: “¡Levántate, toma tu lecho y anda!”
¡Yo quiero que mi lengua funcione en esa dirección! No se cómo te sientes tú... ¿Estás feliz de la lengua que tienes? ¿Ves a tu nuera y no te aguantas de decirle algo, ves a tu suegra y no te contienes? La lengua se dispara y después te lamentas: “¿Por qué se lo dije? ¡Maldita la hora en que se lo dije!” Pero se lo dijiste, se te escapó la lengua. ¡De la abundancia del corazón habla la boca! Tu lengua funciona sola con la abundancia que hay en tu corazón. Puedes pensar bien y tratar de retener y no decir algo pero en cualquier momento se te escapa la lengua. ¡La lengua debe ser lavada!

¡Qué lindo cuando la gente quiere hablar contigo porque se llenan de esperanza, se llenan de fe! ¡Qué lindo cuando a la gente que habla contigo se le saltan las lágrimas y te agradecen por haberles dedicado un momento! ¡Qué bueno cuando tu lengua está en control del Espíritu Santo!
Santiago 3:9 continúa diciendo: “9Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios”.
 
¿Cómo puede ser que con la misma boca que bendecimos a Dios maldecimos a alguien que ha sido hecho con esmero y cariño por las mismísimas manos de Dios? ¡Hay gente que no quiere entender esto! Hay quienes no soportan a los hermanos de la iglesia ni a los pastores y a esos yo les digo que tienen que volver a la casa de Dios y  limpiar su corazón. ¡No puede ser que tengas rechazo y aversión por las personas que Dios ha creado a su imagen y semejanza! Dios hizo toda clase de animales y de plantas pero cuando creó al hombre lo hizo a su imagen y semejanza para tratar con nosotros y para que nosotros tratemos con Él y nos tratemos entre nosotros, para que pudiésemos tener la misma facultad que Él tiene de emitir palabras, para bendecir, crear y hacer grandes cosas. Si no existiera la palabra, si no existiera ese medio de comunicación, no se podrían fabricar los grandes barcos, ni los grandes aviones, ni las carreteras porque ningún hombre lo puede hacer solo, se tiene que entender con los otros hombres. ¡Ninguna familia será fuerte y poderosa si no hay entendimiento, si no hay palabras de bendición!

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